domingo, 20 de marzo de 2011

El grito.


Aquellos que creían en la promesa insípida del amor eterno, aquellos que derraman su paciencia en un ser ingrato y desgraciado. Esos mismos que un ayer amaban, hoy detestan y mañana volverán a  someterse al deprimente lagrimeo patético.

Ellas y ellos, los que no pudieron dejar de recoger las migas putrefactas de un amor cabrío, de un amor aguado y coagulado. Los que desecharon su identidad para buscarse un molde que complaciera a su amado.

Los tres cortes a las venas que no dieron éxito ahora se arrastran y mendigan un guiño sonoro con el mínimo atisbo e atención sanguinolenta. Los mismos amantes torturados que no son amados sino ignorados.

El viaje psicótico a través de la tierra no dio la lección adecuada, fue un vómito de filosofía desperdiciado y enajenado. La amnesia cerebral es mucho más grave que el aparente olvido emocional que el hombre loco jura realizar e medio de la locura de su loco elixir que resulta ser un vino rancio. Y vivieron y murieron para luego hacer de cuenta que jamás murieron y seguir viviendo.

Cuyos dedos no dieron abasto para acariciar con suavidad y retorcido sadismo los esfínteres anales provocando el alucinante orgasmo de la tarde de noviembre.

Los nombres se perdieron en la imaginación destruida por los chupa-vergas insensatos que no midieron sus consecuencias y dispararon indiscriminadamente contra el público atento e inocente y escaparon en medio de letras y mares virtuales solo para ocultar su verdadero dolor.
Ya no me interesas, ni como mujer ni como hombre, ya no me interesas con tus problemas  poco interesantes. Conviértete tú en esclavo de las emociones corregidas por el espejo sublime de la ilusión. La ilusión imperfecta de los escritores más brutos de la serie alimentaria, los que no supieron como amenizar la tarde llana y la llovizna juvenil a punto de estallar por el semen y las hormonas y los químicos que se transforman en la ineludible realidad.

Quienes perdieron horas y días y semanas y días y horas frente a una pantalla morboseando fotos de mujeres 29años más jóvenes jalándose la verga hasta que por fin pudieran exhalar el último aliento tibio.

Ellos han venido para rescatar al mundo de tanta ciencia y tecnología, ellos están acá para librarnos de tanta mierda que ensucia nuestros oídos; los oídos que se infectaron luego de meterlos en anos podridos por tanta chatarra enlatada y empacada al vacío.
Demoniacas manías que no perdonan. Santas conexiones que enlazan corazones que tragaban metadona y cortaron su respiración con corbatas colgadas en las vigas del techo para aumentar su sexualidad.

 Nosotros hemos marchado en contra de un mundo y un régimen que se autodestruye sedado por el discurso adornado de un futuro más prometedor. Nosotros hablamos 70 idiomas distintos: we eat shit, mēs ēdam sūdi, ենք ուտում shit, ядем лайна, si mangia merda, rydym yn ei fwyta shit, мы ямо дзярмо, ons eet kak, ne hani mut, Scheiße, die wir essen, ونحن نأكل القرف, biz bok yemək, nosaltres mengem merda, 吃屎, nou manje foutr, jedemo govno, kaka jaten, syömme paskaa, nous manger de la merde, ჩვენ ჭამა shit, אנחנו אוכלים חרא, हम गंदगी खाना, 我々たわごと食べる, manducaverimus shit, јадеме гомна, мы едим дерьмо, …, nosotros resistimos.

Con los zapatos llenos de sangre y marihuana y heroína y licor amargo junto con barro y pasto.

Nosotros y ellos somos tú y él, somos ella y eso. Somos los machos racistas y sexistas que se visten a lo drag queen sin que afecte nuestra ideología aturdida y fantasmal sin sal ni sopa. No tenemos ventanas en la cuales ver el metro pasar por delante de nosotros mientras las bandas atracan la dignidad mortuoria de la ciudad y de la generación perdida en medio de los gemidos y el vaporoso deseo de cambio y mejora.

Los que se fueron y volvieron en el tiempo para encontrarse a si mimos 1000000 de milésimas en el futuro. Los que se retiraron momentáneamente del mundo para reflexionar, filosofar y pajear la locura de sus mentes trastornadas por el suicidio de la operación innecesaria, quienes se quedaron envueltos en cobijas negras y flores blancas 3 metros bajo tierra.

Sueño a medio día mi vida  a la media noche con mi boca como la última puerta cerrada que grita y gime luego del displacer de ser observado por el viejo barbudo que vive en la puerta de la elipse vibrante.

Y levantaron la ciudad los obreros y los desgraciados arrastrados por los vicios de la basura contemporánea, y ellos fueron arrastrados por la desesperación del rio contaminado por la sangre radioactiva y la tecnología mortal y santa que no hizo más que succionar nuestra soledad. Cuando pierdes la soledad entonces lo has perdido todo.

Y asesinamos nuestros sueños y anhelos con el fin de ponernos a disposición de la maquinaria dorada y celestial de suposiciones abstractas en la que la racionalidad es general y universal, bah! Matamos nuestros cerebros y almas estrellándolas contra los pianos blancos y negros.

Besamos y nos agarramos los genitales toda la noche mientras veíamos a través de las paredes a las pajeras heterosexuales realizando coitos aburridos en las mismas posiciones estacionarias sin que ello signifique el amor puro y verdadero. Y nos encontramos en medio de la neblina y la bruma de smog de  la ciudad catatónica y ciega que se niega a vislumbrar la belleza del amor homosexual. Nos encontramos en el océano infinito de la sangre menstrual que emana de las vírgenes pelirrojas santificadas por sus inmaculadas chochas rosadas y peludas. Nos encontramos en la santidad de la tierra romana cuando fantaseábamos con enterrar nuestra mierda en una capsula para saber si esta estaría 100 años en el futuro cuando la mierda valga mucho más que el petróleo inexistente.

Nos encontramos en el misterio de las lágrimas del cordero calcinado por la furiosa gente que avanza contra nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario