sábado, 18 de junio de 2011

Nathalie, del adiós al comienzo parte II: El retorno.


No sabía que iba a pasar, ni siquiera tuve certeza de que emprendería semejante periplo para verla sino hasta 20 minutos antes. Recogí las copias, tome mi maletín y comencé a caminar mientras realizaba una llamada para confirmar la jornada.

Eran las 2:49pm, aún conservaba mi  celular, y el centro de la ciudad tenía un clima extraño de esos que resultan milagrosos y bellos. Me decidí a ir porque no tenía nada que hacer, porque me dejaron plantado y porque la quería ver bajar del avión, por supuesto lo último no ocurrió, pero la vi. Una buseta, dos busetas, tres busetas… recorrí kilómetros de pavimento capitalino con la firme intención de estar ahí cuando arribara a tierras patrias.  Ella volvió de su exilio intelectual y espiritual desde el cono sur. Volvió, sí, ella lo hizo.

Valió la pena haber destruido nuestros culos y espaldas en aquellas busetas; haber aguantado una meada de 3 horas (o más); pasar por la misma desazón producida por los imperantes caprichos de Él; caminar y correr con tal de verla un segundo más; y por supuesto, revivir por solo un instante aquellos tiempos de inexorable cariño.

Cuando se fue nos destrozó a todos. Fue una noticia muy rápida, y aún más rápido su partida, por eso cuando supe de su regreso me bebí una botella de vino. Su  espíritu fu creciendo, se ensancho y creció más allá de lo que a simple vista cualquiera puede ver. Ella es ahora un ser humano, un ser humano de los pocos que ahora existen.

Fui testigo del amor de amigas. Las vi a ambas, Nathalie y Yessica fundir su afecto en un abrazo sordo. Estoy seguro que yessica ama a la recién llegada, lo sé porque bastante tiempo tuvimos para conversar ese día. Ellas se vieron, yessica corrió, yo corrí detrás de ella, se juntaron, se amaron. Algunos dirán que ese día (o más bien noche) se les afloro a ambas la lesbianitis, yo creo que fue pura reacción natural.

A pesar de  sentirme como un ente aparte, como un ser auséntela mayoría del tiempo, no puedo negar, ni tampoco ocultar, el placer y felicidad que me dio al verla. Pasaron 4 meses en que ella se resistió a la argentinización. Tal vez algún acento nuevo apareció esta vez, pero¿ eso a quién le importa? Yo estaba ahí en cuerpo presente, pero mi alma y mi mente estaban enrolladas en otro instante de esa misma noche que no puedo narrar, pero sí puedo dar pistas, “la carta” dirigida al más abyecto y extraño de los presentes.

Era como si jamás hubiera ocurrido, como si ella no se hubiera ido durante tantos meses. El tiempo ese instante parecía detenido, peor cada quien era consciente de los cambios y transformaciones sufridos durante ese tiempo. Yo me había jodido la cabeza con el mismo asunto de siempre, y de nuevo me hallo ahí sumergido en el torbellino malsano que me niego abandonar. Ella aparentemente estaba más redonda, a mí no me parece, una mujer bella es y será siempre una mujer bella.

No tengo ni la menor idea de qué hablaron Nathalie y Yessica en las horas en qu nos encontrábamos atascados en un bus con Ángel, creo que chismosearon y rajaron de uno que otro. Mientras, yo me encontraba comiendo galletas en un bus en la kr décima con 19. Carajo, en momento así es cuando uno desea tener el poder de teletransportación de Goku. Al llegar, nos bajamos unas cuantas calles ates del destino, era de noche y yo me sentí desubicado, de modo que la única solución fue caminar. De nuevo hacer uso de los pies, ates los estuve usando para correr, ahora solo necesitaba caminar.

Entre risas, chistes y abrazos la noche siguió, la luna salió y Gulla del mundo se olvidó (para él solo importaba una cosa, una alguien, una fulana). Finalmente retornamos al hogar de ella, no entramos, solo nso quedamos afuera disque contando cuetos plagiados y comiendo mandarinas. ¿Qué ocurrió luego? Decir whisky y despedirnos a punta de fotos fue la manera en que dimos fin a esta jornada. Cada quien para su casa, su cama y su vida. La extraordinaria jornada que a tantos desveló había acabado, ahora cada quien retornaba a su vida normal llena de conflictos estúpidos y pantallas de televisor ahora limpias. Pero estoy seguro que esa noche, la vida comenzaba una nueva etapa para un par de personas cuyos nombres no recuerdo.

Y ahora, que ella ha vuelto a nosotros me pegunto cuánto durará la dicha. Me asalta la duda de que ocurrirá de ahora en adelante. No sabría responder ninguna pregunta que se me atraviese (el vino hace su efecto). Ella volvió, ¿pero cuando se irá de nuevo? Sin importar la presencia física, quiero rescatar algo que leí por ahí: “ocupar un rincón en el corazón de una persona, significa nunca sentirse solos”. Bienvenida compañerita, ahora un nuevo reto aparece en la reja de tu casa.