jueves, 20 de enero de 2011

Sexo.

Te acuestas sobre el sofá, te quedas horas y horas. Me acuesto sobre el sofá, me quedo horas y horas. Él se acuesta sobre el sofá, se queda horas y horas…

Suena el celular, es la llamada de la chica a la que he esperado desde que tú, yo y él nos acostamos en el sofá. Me dice que está cerca, que llegara en unos minutos. Intento reordenar la casa rápidamente, sacudo el polvo y quito los trastos sucios llenos de grasa que están sobre las escaleras. Tú, yo y él nos volvemos a fusionar y de nuevo somos uno solo. La chica llega, me comenta sobre el periplo que fue llegar, que no recordaba cual era la casa, que tiene calor, que le duelen los pies, que ha peleado con su madre, que tiene la regla; momento, ¿¡TIENE LA REGLA!? Le digo que es su culpa por no anotar la dirección y confiarse solo por su anticuado sexto sentido; que el calor es algo inevitable es esta ciudad, solo los idiotas atraviesan medio casco urbano con ropa negra a las 2 de la tarde; que el dolor de sus pies se debe a lo tacaña que ella es, le recuerdo que le había ofrecido recogerla en el carro; le digo que me importa un rábano que se pelee con su madre; le digo que así el chorro de sangre que tiene tenga la fuerza de 100 motobombas igual se la voy a hundir. Ella esta impávida por mis respuestas, pronto recobra el semblante y me da un beso, ella sabe que siempre hablo así y no se sorprende. Comenzamos a hablar, ella comienza a hablar sobre cosas absurdas que no recuerdo. Le digo veamos una película francesa, ella no se opone, no dice nada. Le digo que bebamos algo de alcohol, ella no se opone, no dice nada. Le digo que estoy enveranado y que me la quiero comer rápido, ella no se opone, no dice nada. Le digo que hoy estalle un grano que encontré entre mi cabeza, ella me golpea y me insulta, ella no soporta que diga ese tipo de asquerosidades. La película corre, empieza, yo me aburro, bostezo y estiro el brazo para ponerlo detrás de su cuello, ella se ríe y me pregunta si hago eso con todas, yo le digo que si. La película es una mariconada, intento besarla, ella no reacciona y se echa para atrás, dice que no la joda, que luego de que se acabe la película me la va a chupar, accedo a mantenerme quieto durante dos horas bajo la ilusión de una mamada. Ella nunca se atraganto con mi verga, me engañó. Cuando por fin acaba esa jodida mierda ella se me tira encima, me ve a los ojos y empieza a besarme, empieza a mover las caderas. Nos bluyineamos. Mete la mano debajo de mi pantalón, empieza a masturbarme. Mi verga, tu verga, la verga de él no se para, no se mueve. A ella le da rabia, dice que soy un maricón, afirma que mi pantalón estaba más movido y caliente viendo franchutes pálidos y famélicos que con ella encima. Le digo que si no se me para con ella encima es porque me corta la circulación, porque ella esta gorda. Se enoja se quita de encima y busca el bolso que nunca trajo. La cojo por la cintura y le empiezo a besar el cuello, le meto la mano bajo el vestido. Cojo sus senos, los cojo con fuerza. La beso, e paso la lengua por el cuello. Le arranco el vestido. Chupo sus pezones rosados. La jalo hasta mi habitación, hasta mi caja. La empujo y le caigo encima. Endemoniadamente le chupo todo el cuerpo, le quito el brasier peor le dejo las pantaletas. Ella se calienta, yo me enciendo. Me vuelve a masturbar, me susurra al oído que quiere que la penetre. Saco un condón y me lo pongo. Le mando la mano a su cuca y descubro que todo está mojado con una combinación de secreciones vaginales y sangre menstrual, no me interesa y hago que ella me chupe los dedos impregnados con la hedionda sustancia. Le quito el calzón y la penetro. Ella grita, empiezo a clavarla, ella grita más. Me canso del misionero y ella se me pone encima, empieza a danzar. Ella tiene buen ritmo, me excita. Siento como aquella nauseabunda sustancia que sale de ella empieza a chorrearse por encima de mis bolas. La cojo de sus rollitos y gorditos, la obligo a que vaya más rápido. Su piel de gelatina vibra de graciosa forma. Me encanta sentir el roce de su vagina con mi glande.

Ella parece una máquina de follar. Parece una obra salida de los sesos de Bukowski. Me vengo, me corro, eyaculo, escupo. Rápidamente me zafo de ella. Entro al baño y me doy una ducha, quiero quitarme la suciedad. Cuando salgo del baño la encuentro a ella vestida, me da un beso dice que ella pagara la lavandería por las sabanas y que jamás había tenido un peor polvo como ese y se va. Me deja ahí desnudo y mojado, lo dejó a él desnudo, te dejó.

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